viernes, 19 de diciembre de 2008

Cinco de esas banalidades que pueden llegar a irritarme levemente.

Esas pequeñas cosas que le pueden romper las guindas a cualquier hijo de vecino. Y hasta al vecino mismo.

5. Vas en un auto en los asientos traseros, es verano (el vehículo carece de aire acondicionado), estás en pantalón corto, tu pierna hace contacto con la gamba de otro chabón y cuando te das cuenta, notás que estás adherido por la transpiración de ambos.

4. Fiesta de 15 o casamiento. Cuando en alguno de estos eventos te toca sentar con algún familiar medio ganso o con gente completamente desconocida que te habla de temas tan interesantes como el TC 2000 o de qué bueno está el ringtone del silbido de Kill Bill.

3. El acto obligado de elogiar a un bebé. ¿Por qué andar adulando a un bebé, sólo porque es un bebé? Si el bepi es horrible, no hay razón para decir que es hermoso.

2. Los que escuchan música en el celular sin auriculares. ¿Por qué hay que soportar a esta gente que anda por la vida exhibiendo a los cuatro vientos sus efímeras preferencias musicales?

1. Los que te preguntan si todo bien. Si no sabés cómo estoy, ¿por qué supones que voy a estar bien? Lo que más indigna, es la formulación de este saludo. En la primera parte, te plantean la pregunta: ¿Cómo andás? Pero como tu respuesta no les importa ni un poco a estos hijos de puta, sueltan el todo bien totalmente despreocupados, ya sea por tu estado anímico, emocional o de facebook.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Cinco reflexiones sobre el aburrimiento.

Ni leer un libro, ni hacer crucigramas, sudokus y ni salir a dar una vuelta. En esos días en los cuales te cuestionás hasta tu propia existencia, zarpado en embole, no hay pasatiempo que valga. El aburrimiento no tiene solución, pero tiene un blog que habla de él.

5. Cuando estás con alguien que es más aburrido/a que vos. Lo peor que le puede pasar a alguien que está aburrido es que aparezca otro aburrido. En este caso menos por menos es igual a menos y es irremontable. ¿Por qué? Porque el aburrido está esperando a que el otro se le ocurra algo maravilloso para hacer, y es bueno saber, que a los aburridos jamás pero jamás, se les va a prender la lamparita de la diversión.

4. Todo conspira contra nuestro divertimento. Cuando estás en esos períodos de tedio, hastío y desinterés, nunca aparece ese compinche, ese levanta fiestas, en resumen, ese barriletero que siempre tiene el plan salvador para rescatarte de la monotonía. Por otra parte, cuando estás embotado, nunca hay algo decente para ver en televisión, nadie te llama para saber si seguís existiendo y todas las chicas seguramente tienen algo que hacer.

3. El alcohol. Así como el alcohol es conocido por destrozar sin piedad algunas de nuestras neuronas, también es un célebre asesino del aburrimiento. Lo que pasa, es que cuando uno está en ese estado de embole extremo, casi al borde de la enemistad con la vida, ni el escabio te pega. Podés tomarte 34 fernets, 55 cervezas, hasta 72 speeds con vodka y seguro vas a seguir con la misma sensación de mierda, y con la misma cara de orto.

2. Matar el tiempo. Si bien existen los fundamentalistas de la vida que declaran a los cuatro vientos: Si les sobra tiempo, dénmelo a mí, que lo mato por ustedes, es muy triste la sensación de no saber que hacer con el tiempo. Uno es demasiado "intelectual" como para ir a consumir horas a un shopping y demasiado pajero como para ir a ver una maratón de cine alemán.

1. Los que la pasan "bien" tomando mate. ¿Me pueden decir que carajo tiene de bueno ese ritual de mierda que es tomar mate? Detesto a la gente que lo toma como pasatiempo y lo enaltece hasta niveles estratosféricos. Vení y nos tomamos unos mates, dicen los pelotudos. ¿Y en qué mierda me va a cambiar la vida andar chupando agua caliente por una bombilla? Después si querés, para rematarla, tomamos agua de una bolsa de agua caliente. Pelotudos.