Esas pequeñas cosas que le pueden romper las guindas a cualquier hijo de vecino. Y hasta al vecino mismo.
5. Vas en un auto en los asientos traseros, es verano (el vehículo carece de aire acondicionado), estás en pantalón corto, tu pierna hace contacto con la gamba de otro chabón y cuando te das cuenta, notás que estás adherido por la transpiración de ambos.
4. Fiesta de 15 o casamiento. Cuando en alguno de estos eventos te toca sentar con algún familiar medio ganso o con gente completamente desconocida que te habla de temas tan interesantes como el TC 2000 o de qué bueno está el ringtone del silbido de Kill Bill.
3. El acto obligado de elogiar a un bebé. ¿Por qué andar adulando a un bebé, sólo porque es un bebé? Si el bepi es horrible, no hay razón para decir que es hermoso.
2. Los que escuchan música en el celular sin auriculares. ¿Por qué hay que soportar a esta gente que anda por la vida exhibiendo a los cuatro vientos sus efímeras preferencias musicales?
1. Los que te preguntan si todo bien. Si no sabés cómo estoy, ¿por qué supones que voy a estar bien? Lo que más indigna, es la formulación de este saludo. En la primera parte, te plantean la pregunta: ¿Cómo andás? Pero como tu respuesta no les importa ni un poco a estos hijos de puta, sueltan el todo bien totalmente despreocupados, ya sea por tu estado anímico, emocional o de facebook.