La resaca es un estado de extrema complejidad e incómodo por demás, pero que permite hacer actividades que por lo general, estando sobrio no se realizan. Acá, una lista de cinco cosas que hacemos un domingo cualquiera, un sábado, o un viernes. ¡Salud!
5. La resaca provoca una sensibilidad especial. Y un programa que no se puede evitar ver en estado de rotura es El portal de las mascotas. La angustia del domingo llega a su climax cuando el amo se reencuentra con su mascota. Un golpe bajo ideal para un pedo triste.
4. Es típico despertarse un sábado al mediodía y encontrarse en la T.V con programas bailanteros. Siempre hay dando vueltas algún pasión de sábado por ahí. Y nos quedamos viéndolo, quizás con ganas de cambiar, pero la tele está sin audio y que se yo donde está el control remoto.
3. Es maravilloso ir a dormir la siesta un domingo a la tarde escuchando una transmisión de fútbol. La mezcla de somnolencia y el ritmo vertiginoso del relator es una combinación tan explosiva como la del speed con vodka.
2. Una de las ventajas que a veces presenta la resaca es una especie de relajación con malestar. Ese estado permite digerir mejor las cosas. Por ejemplo la música. Si hay un disco que todavía no te convence demasiado, dale una oportunidad escuchándolo en estado de quiebre.
1. Hacer deporte. La práctica deportiva es ideal para evitar las típicas depresiones dominicales que se agudizan en el estadio resacoso. Corrés para olvidar y transpirás para eliminar toda la porquerías consumidas la noche antes. Si, definitivamente el deporte hace bien.
lunes, 24 de marzo de 2008
viernes, 21 de marzo de 2008
Cinco olores irresistibles.
No tiene por qué ser el perfume cautivante de una mujer. Son simplemente olores que cuando los sentimos nos hacen soltar una sonrisa.
5. El olor a verano. Cuando las veredas están mojadas y comienzan a secarse empieza emerger una fragancia a humedad arrolladora. Ahí es cuando nos damos cuenta que estalló el verano.
4. El olor a carne cruda. Uno de los placeres más grandes de la vida es ir a la carnicería y quedarse percibiendo el olor a lomo, novillo, falda entre otras especies. Y sí, de carne somos.
3. El olor a asado. Es uno de uno de esos olores que para mí, superan ampliamente al objeto tangible. El olor asado no se compara con nada. Ni siquiera con el asado mismo. Es un olor tan seductor, que despierta tantos sentidos y expectativas, que luego, ni el más eximio asador puede complacer.
2. El olor a nafta. Desde niño recuerdo ir en el asiento trasero del auto dejándome llevar por ese aroma afrodisíaco de la nafta super que salía desde el surtidor al vehículo de mi padre.
1. El olor a nuevo de un auto. Lo más lindo de tener un auto nuevo, es el olor a nuevo. Ni la dirección hidráulica, ni el mp3, ni las llantas de aleación, ni nada. Lo que garpa de posta, lo que te eriza la piel, lo que te hace poner la carne de pollo, lo que te da adrenalina, es sentir ese olor a inmaculado que tiene apenas te subís.
5. El olor a verano. Cuando las veredas están mojadas y comienzan a secarse empieza emerger una fragancia a humedad arrolladora. Ahí es cuando nos damos cuenta que estalló el verano.
4. El olor a carne cruda. Uno de los placeres más grandes de la vida es ir a la carnicería y quedarse percibiendo el olor a lomo, novillo, falda entre otras especies. Y sí, de carne somos.
3. El olor a asado. Es uno de uno de esos olores que para mí, superan ampliamente al objeto tangible. El olor asado no se compara con nada. Ni siquiera con el asado mismo. Es un olor tan seductor, que despierta tantos sentidos y expectativas, que luego, ni el más eximio asador puede complacer.
2. El olor a nafta. Desde niño recuerdo ir en el asiento trasero del auto dejándome llevar por ese aroma afrodisíaco de la nafta super que salía desde el surtidor al vehículo de mi padre.
1. El olor a nuevo de un auto. Lo más lindo de tener un auto nuevo, es el olor a nuevo. Ni la dirección hidráulica, ni el mp3, ni las llantas de aleación, ni nada. Lo que garpa de posta, lo que te eriza la piel, lo que te hace poner la carne de pollo, lo que te da adrenalina, es sentir ese olor a inmaculado que tiene apenas te subís.
miércoles, 12 de marzo de 2008
Cinco películas para llorar.
Detrás de el personaje de recio, se esconde una persona sensible, que, aunque se esconde muy bien, tiene sentimientos y suele llorar con cosas que lo conmueven. Acá va mi lista de películas que sacaron ese extraño líquido salado de los ojos.
5. 21 gramos. Película del director mexicano Alejandro González Iñarritu en la cual se mezclan varias historias trágicas. No tenés sangre si no se te mueve un pelo cuando Sean Penn, que espera un trasplante de corazón, se esconde en el baño de su casa a fumar.
4. La sociedad de los Poetas Muertos. Film de 1989, ganador de un Oscar a Mejor guión original, protagonizada por Robin Williams. Recuerdo de esa película una escena que me hizo lagrimear y es cuando Williams (hace de profesor de un colegio conservador de Vermont) es echado del recinto y sus alumnos se revelan, se paran arriba de sus pupitres en señal de protesta al grito de: ¡Oh captain, my captain! Una frase de Walt Whitman que su profesor les había enseñado.
3. Las reglas de la vida. El título original de esta buena peli de 1999 es The Cider house rules. Tiene actuaciones brillantes de Michael Caine y de Tobey Maguire. Pero justo la escena más conmovedora, compromete una parte fundamental de la trama de la película. La historia transcurre en un orfanato y tuvo siete nominaciones al Oscar, pero no ganó ninguno. Lloren chicos, lloren.
2. Bailarina en la oscuridad. Una actuación desgarradora de Bjork en su primera y única hasta el momento, incursión en el mundo del cine. La película es una angustia constante que te hace romper en llanto cada dos minutos y encima, te deja con ganas de romper la cara de Von Trier. Lars querido, no podés hacer sufrir tanto a Bjork.
1. Bambi. Esta película demuestra a las claras que Walt Disney no era un buen tipo. ¿A cuantos niños hizo llorar el papá de Mickey con la muerte de la mamá del ciervo? Que tipo frío este Walt.
Para mirar con un pañuelo, el puesto número 4.
5. 21 gramos. Película del director mexicano Alejandro González Iñarritu en la cual se mezclan varias historias trágicas. No tenés sangre si no se te mueve un pelo cuando Sean Penn, que espera un trasplante de corazón, se esconde en el baño de su casa a fumar.
4. La sociedad de los Poetas Muertos. Film de 1989, ganador de un Oscar a Mejor guión original, protagonizada por Robin Williams. Recuerdo de esa película una escena que me hizo lagrimear y es cuando Williams (hace de profesor de un colegio conservador de Vermont) es echado del recinto y sus alumnos se revelan, se paran arriba de sus pupitres en señal de protesta al grito de: ¡Oh captain, my captain! Una frase de Walt Whitman que su profesor les había enseñado.
3. Las reglas de la vida. El título original de esta buena peli de 1999 es The Cider house rules. Tiene actuaciones brillantes de Michael Caine y de Tobey Maguire. Pero justo la escena más conmovedora, compromete una parte fundamental de la trama de la película. La historia transcurre en un orfanato y tuvo siete nominaciones al Oscar, pero no ganó ninguno. Lloren chicos, lloren.
2. Bailarina en la oscuridad. Una actuación desgarradora de Bjork en su primera y única hasta el momento, incursión en el mundo del cine. La película es una angustia constante que te hace romper en llanto cada dos minutos y encima, te deja con ganas de romper la cara de Von Trier. Lars querido, no podés hacer sufrir tanto a Bjork.
1. Bambi. Esta película demuestra a las claras que Walt Disney no era un buen tipo. ¿A cuantos niños hizo llorar el papá de Mickey con la muerte de la mamá del ciervo? Que tipo frío este Walt.
Para mirar con un pañuelo, el puesto número 4.
miércoles, 5 de marzo de 2008
Cinco razones por las que los lentos no deberían volver.
Actualmente hay una publicidad al aire que toca la temática de los lentos, y afirma que esta música debería volver a las fiestas porque facilitaría el encuentro de la gente. Otra forma de decirlo es: para que se les / nos haga más fácil a los lentejas avanzar sobre una mina. Acto seguido, cinco razones por las cuales creo que no deben volver lo lentos.
5. Meterían presión. El corte abrupto de la música “movida” para pasar a los lentos ejercería mucha presión sobre el perejil promedio. Mejor mantener siempre el mismo clima y no establecer un determinado momento para ir a “encarar”.
4. Se perdería la informalidad. Los lentos le darían a las fiestas un marco de seriedad innecesario. Es mucho más difícil entrar a una conversación con un chiste en el marco de solemnidad que plantea la música romántica.
3. Obligación y culpa. Uno en una fiesta no tiene la obligación de ir a hablar con una mina, siempre está bueno, pero a veces no tenés ganas, o no te animás. Pero los lentos, instalarían ese momento como una “obligación”, lo cual sería muy nocivo y si no lo hacemos quedaríamos marcados como cagones.
2. Autodefensa. Creo que ante los lentos, las mujeres se pondrían innecesariamente a la defensiva. Quizás por sus cabezas pueden rondar pensamientos como: -pero si no me vino a hablar en toda la noche. ¿Ahora porque están los lentos viene? Mejor le digo que no. Y ahí, por esa conjetura, un pobre infeliz se va con la cabeza gacha.
1. Pregunta complicada. Por último creo que hay poca gente con el coraje suficiente de ir y decir directamente: ¿Bailás?
Igual no tomen demasiado en serio estos comentarios, porque son de alguien que se hace demasiadas preguntas.
5. Meterían presión. El corte abrupto de la música “movida” para pasar a los lentos ejercería mucha presión sobre el perejil promedio. Mejor mantener siempre el mismo clima y no establecer un determinado momento para ir a “encarar”.
4. Se perdería la informalidad. Los lentos le darían a las fiestas un marco de seriedad innecesario. Es mucho más difícil entrar a una conversación con un chiste en el marco de solemnidad que plantea la música romántica.
3. Obligación y culpa. Uno en una fiesta no tiene la obligación de ir a hablar con una mina, siempre está bueno, pero a veces no tenés ganas, o no te animás. Pero los lentos, instalarían ese momento como una “obligación”, lo cual sería muy nocivo y si no lo hacemos quedaríamos marcados como cagones.
2. Autodefensa. Creo que ante los lentos, las mujeres se pondrían innecesariamente a la defensiva. Quizás por sus cabezas pueden rondar pensamientos como: -pero si no me vino a hablar en toda la noche. ¿Ahora porque están los lentos viene? Mejor le digo que no. Y ahí, por esa conjetura, un pobre infeliz se va con la cabeza gacha.
1. Pregunta complicada. Por último creo que hay poca gente con el coraje suficiente de ir y decir directamente: ¿Bailás?
Igual no tomen demasiado en serio estos comentarios, porque son de alguien que se hace demasiadas preguntas.
sábado, 1 de marzo de 2008
Cinco canciones para empezar a cambiar la historia.
La música calma a las fieras. Sí, a vos fiera, que a veces te levantás a la mañana meditabundo, cabizbajo y quejándote de tu suerte. Acá tenés cinco canciones para empezar a cambiar tu historia. Dale gas.
5. Maniac. ¿Qué será de la vida de Michael Sembello? La cosa es que el tipo este hizo una canción genial para la película Flashdance (1983). Desborda emotividad por donde la escuches y es, como diría el bambino Veira, un inflador anímico terrible. Cuando la escucho me dan ganas de hacer el repiqueteo de Jennifer Beals.
4. Candy. Iggy Pop. Brick by brick es uno de los mejores discos de la iguana, y Candy, es de esos temas que nunca nos vamos a cansar de escuchar. El uouououo oh de Kate Pierson (la de B’52), es lo que convierte en inmortal a esta canción de 1990.
3. Common people. William Shatner and The Von Bondies. Resulta que al protagonista de Star Trek (Viaje a las estrellas) un día se le dio por hacer música y sacó un disco que dejó una perla como esta versión del tema de Pulp. Una canción más épica que Gladiador y Corazón Valiente juntos.
2. I will survive. Cake. Este es uno de esos casos en que el cover supera a la versión original. Y acá, hay doble mérito, porque la original de la gorda Gloria Gaynor, parecía inigualable. El momento cumbre es ese encantador solo de guitarrita.
1. Read my mind. The Killers. Es de esas canciones que te hacen pensar: - la puta que vale la pena estar vivo. Emotiva, esperanzadora, alegre y triste al mismo tiempo, este hit de la banda de Las Vegas, ya se convirtió en un himno de esta década.
Mención especial: The Universal. Blur. El tema arranca bien abajo, casi tan abajo que si no tenés el volumen en 25 por lo menos, casi que no lo escuchás. Damon Albarn empieza cantando como en secreto, tímidamente hasta que la canción explota a los 2 minutos y 9 segundos. Las fanfarrias y la voluntad de Damon te dan una manija como para ir a cruzar Los Andes en pony.
5. Maniac. ¿Qué será de la vida de Michael Sembello? La cosa es que el tipo este hizo una canción genial para la película Flashdance (1983). Desborda emotividad por donde la escuches y es, como diría el bambino Veira, un inflador anímico terrible. Cuando la escucho me dan ganas de hacer el repiqueteo de Jennifer Beals.
4. Candy. Iggy Pop. Brick by brick es uno de los mejores discos de la iguana, y Candy, es de esos temas que nunca nos vamos a cansar de escuchar. El uouououo oh de Kate Pierson (la de B’52), es lo que convierte en inmortal a esta canción de 1990.
3. Common people. William Shatner and The Von Bondies. Resulta que al protagonista de Star Trek (Viaje a las estrellas) un día se le dio por hacer música y sacó un disco que dejó una perla como esta versión del tema de Pulp. Una canción más épica que Gladiador y Corazón Valiente juntos.
2. I will survive. Cake. Este es uno de esos casos en que el cover supera a la versión original. Y acá, hay doble mérito, porque la original de la gorda Gloria Gaynor, parecía inigualable. El momento cumbre es ese encantador solo de guitarrita.
1. Read my mind. The Killers. Es de esas canciones que te hacen pensar: - la puta que vale la pena estar vivo. Emotiva, esperanzadora, alegre y triste al mismo tiempo, este hit de la banda de Las Vegas, ya se convirtió en un himno de esta década.
Mención especial: The Universal. Blur. El tema arranca bien abajo, casi tan abajo que si no tenés el volumen en 25 por lo menos, casi que no lo escuchás. Damon Albarn empieza cantando como en secreto, tímidamente hasta que la canción explota a los 2 minutos y 9 segundos. Las fanfarrias y la voluntad de Damon te dan una manija como para ir a cruzar Los Andes en pony.
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