jueves, 24 de diciembre de 2009

Lo que no me gusta del 24 y el 31.

Tampoco es que me voy a poner en contra de las fiestas porque sería caer en un lugar común. Menos que menos voy a decir que me entristecen estas fechas porque hay cosas mucho más tristes que el turrón y el ananá fizz. El tema es que hay ciertos sucesos de las festividades de fin de año que me dan cosa (hubiese sido más pertinente decir cosita, pero es una palabra que me cae pésimo). Levanto mi copa y les "brindo" estas cinco particularidades que me joden de las fiestas. Salud.

5. La ansiedad. Me rompe mucho los huevos esa gente que cuando apenas son las 11:15, ya está mirando el reloj en pos de hacer una cuenta regresiva para brindar.

4. La sidra en botella de plástico. Casi que me genera ira ver en los supermercados esa botella verde, de plástico berreta, conteniendo esa bebida tan ordinaria como Yayo contando chistes en un asado con amigos.

3. Los tira bombas. Toda la vida odié los petardos y cualquier tipo de pirotecnia. Siempre me pareció que los sujetos adeptos a este tipo de prácticas se codean con la imbecilidad. Pero ojo, puedo llegar a entender -haciendo mucho esfuerzo y siendo absolutamente tolerante- a aquella gente que disfruta de ver como los fuegos artificiales dibujan luces en el cielo (actividad que suele encantar a las señoras mayores), pero lo que no me entra en el balero, a los que no puedo entender posta, es a los infradotados que gastan guita con el fin de "disfrutar" haciendo explotar cosas.

2. El autoconvencimiento. Todos los años surge la misma charla: -Che, hacen algo hoy? A lo que viene la respuesta de siempre: - No, hoy no da. En año nuevo sí, de una. Flaco, sino tenés planes para navidad, bancátela. Nadie te va a juzgar, y ni vas a ser más opa si optás por quedarte en casa durmiendo la mama.

1. La preocupación por los mensajes. En un momento de la noche, las charlas vacías y sin sentido entre familiares que vemos una vez al año se ven interrumpidas por la tecnología. Todos agarran su celular y se desesperan por mandar ese mensaje tan profundo como "Feliz navidad" o quizás ocurrente como "Felisa me muero". Lo peor de todo no es eso, sino la indignación que año a año se agarra la gente por darse cuenta que los mensajes no llegan. Ya se sabe que no llegan. Es fija. Que las líneas se saturan o no sé que garcha. Pero la cosa es que siempre la escena se repite. Así como todos los canales de TV repiten todo lo que pasó en el año.

Como regalo para estas fiestas, les dejo una escena de Bad Santa, una película que resume el espíritu navideño como pocas. Felicidades.

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