viernes, 3 de septiembre de 2010

Un Tal X

5) A X le apasiona quedarse mirando el parabrisas. Le encanta observar como éste se llena de gotas hasta que no puede verse nada. Para después sentir esa increíble sensación que sólo le da el limpiaparabrisas.

4) Si a X no le interesa la conversación y no le importa el interlocutor de turno, no tiene problemas en dejar la diplomacía guardada en su casa. Cómo esa vez que fue a la peluquería, y viendo como el viejo manos de tijeras no paraba de hablar de caza y de pesca, cuando le tocó su turno para el emparejamiento mensual de cabellera, el peluquero le preguntó: -¿Cómo te corto? Y nuestro protagonista no dudó en soltar un certero: -Callado.

3) A veces X pierde el tiempo en ser purista en cosas que ni valen la pena. Por ejemplo, gasta energía en indignarse por cosas tan irrelevantes /relevantes como la molestia que le genera la gente que entra al MSN como desconectada.

2) Por su extrema timidez, X, cuando entra solo a una fiesta, no duda en inventar una falsa conversación por celular, y para eso, suele consultar su saldo.

1) El punto 4 cuenta como X puede ser mordaz y directo, eso me recuerda que este sujeto solía ir recurrentemente a una peluquería. No porque le gustara particularmente como le cortaban el pelo. Ni siquiera por la interesante lectura que le brindaba la bibliografía del lugar, como las valoradas publicaciones Hombre y Maxim. Sólo acudía porque se sentía inevitablemente seducido por el nombre de quien atendía ese reducto, ó más bien, lo que le atraía particularmente era su apellido. Según el diploma que se exhibía al lado del espejo, el peluquero en cuestión se llamaba Víctor Concha.